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En Club del Río, grupo madrileño apuntalado en guitarras acústicas y voces cristalinas, resuenan los ecos de la gran canción latinoamericana, de Chabuca Granda, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui o Elkin & Nelson, sí, pero también del folk anglosajón, de nueva (Fionn Regan) y vieja generación (America).

En Monzón (2014, El Volcán Música), el álbum de estreno de la banda que sale hoy a la venta en formato físico y digital y que  llega con el aval de la producción de Juan de Dios, hay armonías vocales que podrían haber servido a sus fines en la Costa Oeste en aquellos viejos y soleados  años sesenta y guitarras que se enzarzan en danzas rituales al ritmo de los bongós y otras percusiones de incitación. Como demuestran los dos singles de  adelanto Ídolos y Erosión.

Nacido de las cenizas de la banda de música electrónica Mute (luego Mutea), el corazón de Club del Río late en la amistad de Álvaro Ayuso y Esteban de Bergia. A sus guitarras y voces se suman Juan Feo (percusionista), Juan Serra (voces y percusionista), Jacobo de la Viña (bajo), Álvaro Baños (voces y teclado) y Adriano Pezzi (guitarrista) en estas canciones en las que los “ídolos de barro pregonan para gente que escucha sin ver”, hay tipos que buscan y no encuentran «algo que odiar” y los “días grises dejarán paso”, confiemos, a “los días de sol”.

Y si todo esto no ha servido para darles una idea de lo que este grupo viene a aportar a la música española, quizá les sirvan las propias palabras de los chicos: «Club del Río es necesidad e inquietud. En el desierto es gota de agua y en el inmenso mar trozo de tierra».

O, mejor, acérquense a uno de sus conciertos. Pese a la juventud de la propuesta, cuentan con una parroquia entusiasta, creciente y fiel, un grupo heterogéneo que se reúne en torno a su música para compartir la vida, que es para lo que siempre ha servido el folk.