Hay una estirpe de artistas difíciles de clasificar, porque su obra se resiste a dejarse limitar por una etiqueta. Lorena Álvarez (San Antolín de Ibias,1983) pertenece a esta estirpe. “Un verso libre dentro del panorama musical español”, “cantautora punk”, “un alma inquieta que destila espontaneidad”, “lo más cerca que estará un artista español de Johathan Richman” son algunas de las calificaciones de las que ha sido objeto, pero ella se escabulle obcecada en no convertirse en una leona domesticada obligada a pasar por un aro en llamas y sigue su camino, libre, abriéndolo a su paso con la firme convicción de que la poesía y la música aún tienen algo que decir en estos tiempos y sobre todo que el arte no se encuentra donde nos quieren hacer creer que está.

Compositora, productora e intérprete, también pintora, tras la publicación de La Cinta (Sones, 2011), su primer LP Anónimo (Sones, 2012), el EP Dinamita (Producciones Doradas, 2014), el LP Colección de Canciones Sencillas (Primavera Labels /Universal Music, 2019) y la composición de la banda sonora del videojuego Alba, A Wildlife Adventure del prestigioso estudio londinense UsTwo Games, (2020), LORENA ÁLVAREZ ha conseguido traspasar los límites habituales de la música tradicional y situarla en un nuevo contexto en el que la contemporaneidad y la tradición pueden ir de la mano sin complejos y sobre esta base ha construido el andamiaje de una obra que se mueve entre la poesía más delicada y etérea y la conexión con la tierra más fecunda y mullida, repleta de canciones que encogen el corazón, pero agrandan el alma, siempre desde su estilo único y propio, tan singular como cada una de las entregas que la cantautora ha compartido con nosotros.

Inquieta siempre y en la lucha por descifrar los misterios escondidos en lo más profundo del alma humana, esos que no cambian ni con la actualidad ni con las modas, brota libre un torrente que recorre su obra y la nutre de poesía, filosofía, magia y revelaciones, de crecimiento personal y espiritual y con este regadío florece un jardín de canciones que tienen la propiedad de hacernos cambiar, de hacernos crecer por dentro.